LAURA LEGAZCUE DANZA

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Wednesday, April 17, 2013

EL URUGUAY HA MUERTO. Sentido pésame. de Washington Abdala

EL URUGUAY HA MUERTO. Sentido pésame. de Washington Abdala (Notas) el miércoles, 17 de abril de 2013 a la(s) 18:36 EL URUGUAY HA MUERTO. Sentido pésame. Señoras, señores, tengo que comunicarles que el Uruguay ha muerto. Fue una muerte lenta, dolorosa pero definitiva. El muerto no conocerá a las alegorías de Lázaro. Está profundamente enterrado. El Uruguay fue un pequeño país en Sud América en el que sus integrantes se sentían orgullosos de pertenecer a esa comarca por tener un sello identitario superador y culto. Un lugar donde el respeto por el otro, la consideración hacia los mayores y la solidaridad no eran palabras vanas. Una sociedad educada, integrada y tranquila. Si, tenía sus problemas como cualquier parte del planeta, pero ese país llegó a ser un ejemplo en el mundo en materia de educación, de valores democráticos y de legislación avanzada. Hoy, ya no está con nosotros y su recuerdo se mantendrá vivo en todos aquellos que lo conocimos y que lo supimos querer con tanto amor. Señores, señoras, a pesar de la prosperidad consumista que se vivió en los últimos años, el enfermo no resistió el embate de lo ordinario, lo soez, lo grosero y lo terraja, y murió de un lenta enfermedad llamada ¨mediocridad¨ que contaminó la sangre de todo el cuerpo social. La mediocridad es peor que el cáncer porque este se sabe como empieza y como termina, la mediocridad por el contrario solo tiene principio pero es arrolladora, genera momentos de alta frustración y entristece el alma. Feo, muy feo lo vivido. No quisiera recordar los últimos momentos del Uruguay porque me emociono y lloro. Sepan disculparme. El enfermo en un momento abandonó la escuela y la sustituyó por el carnaval. Nacieron allí los modismos burdos, la ofensa como consigna y lo idiota como verbo cotidiano. Todo ello, además, entre alguna células que solo entre ellas se reproducen. Son células que solo se reproducen consigo mismas. Un ejemplo coprófago pocas veces visto. (Feo eso de ser coprófago, o sea comer caquita). No contento con eso, el enfermo en su delirio más exquisito, se tomó todo el alcohol y se fumó toda la maruja que su familia misma le proveía. El tipo deliraba mal, pero mal mismo. Y no paraba en su carrera loca de autodestrucción. Era un adicto a la locura. Y el alcohol era su debilidad.Todos bebían en su tierra y todos creían que esto estaba bien. Los más jovencitos eran todos borrachos. Claro, no llegaron a adultos. Pobrecitos. No fue fácil explicarle que no habría recuperación posible si seguía en esa. El enfermo no entendía. Así se siguió aislando y la emprendía contra todos. Se hizo popular la mala palabra, lo groncho ,el no bañarse, el decirle a cualquiera ¨nabo¨ ¨chorizo¨ ¨viejo¨ ¨tuerto¨ y otras delicias que fueron emberretizando todo con un aroma a flatulencia de guiso de porotos pestilente. Todo mal. Ya no había retorno, el camino al cadalso estaba pautado. Había una autodestrucción inconsciente en la mente del Sr. Uruguay. Nocontento con eso empezó a delirar. Decía por las noches que él ya no era él. Que ahora tenía que ser otra cosa: un país distinto, más aborígen, más étnico, más folclórico y menos tolerante con lo diverso e intolerante de verdad –al asumir ese dogmatismo- con todos. El que no se asumía tolerante era un intolerante. O sea, desde la supuesta tolerancia nacían pequeños fascismos que iban enloqueciendo a todos. El tipo ya estaba con delirium tremens. Era un loco. La gota que derramó el vaso y que lo precipitó a la no vida fueron sus peleas en el vecindario por tratar mal a una vecina histérica y ladrona. El Uruguay ya no tenía edad para esas aventuras. Estaba jugando con fuego. Eso llevó a todo el barrio a un ambiente tenso. Ya no se podía vivir por la inseguridad que el enfermo tenía consigo mismo sino que ahora el clima era de locos por hablar mal de todo el que pasaba por la puerta. El Uruguay siempre fue un señor chusma pero nunca se pensó que esta patología chusmeta influyera en su extinción. Ya no tenía pulso normal. Era un loquito suelto que vivía del aire. Un día el tipo reventó. Murió. Espichó como un perro en el Cuarenta Semanas curtido a palos por algún loco. Hoy, ya pocos lo recuerdan. Yo lo tengo en mi memoria. Era buena gente, claro, el típico inconsciente que se rifó todo, que se gastó todo, que vivió la vida loca y que nunca hizo lo que tenía que hacer para salir adelante y superar sus problemas. Se la buscó solito. Yo lo sigo extrañando y por las noches sueño con él. Snif, snif.