LAURA LEGAZCUE DANZA

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Friday, January 20, 2012

s ereccones
Enviado por: "Fernando Botta" tatonando@yahoo.com.ar tatonando
Mié, 18 de Ene, 2012 11:43 pm



De Washington Abdala
LAS ERECCIONES

Vamos por orden, las erecciones son al ser masculino el centro de
nuestra existencia. Si ellas están, nosotros seguimos vivos, si ellas
desaparecen somos gente sin alma. Desgraciados, zombies, gente que
vive sin vivir. Suena feo, primitivo, hasta animal, pero juro que es
así. Quien diga otra cosa miente. Podemos ser Arturo Perez Reverte,
Obama, Brad Pitt pero si el “amigo” no se comporta con la dignidad
republicana que nos merecemos, nada tiene sentido. Sinceremos los
tantos, no jodamos que es un tema serio.

Los pendex suelen tener erecciones con cualquier cosa, a cualquier
hora y solo con pensar se excitan y vuelan. Algunos hasta juegan
campeonatos de “pajita” contra la pared, o sea, gana el que termina
primero y el que logra que su “polvito” se prenda del muro lo más alto
posible con una distancia de algunos metros. Sé bien querida amiga que
esto te está resultando repugnante, pero el “cuis” masculino es un ser
inferior que realiza este tipo de hazañas y cual primate se siente
feliz y colmado con estas acciones que forman parte de sus ritos
iniciáticos al mundo “macheril”. Lo lamento, pero es así, nada de lo
que describo es falso. Harías bien en no abandonar esta lectura
aleccionadora, por tu bien te lo digo. (En la actualidad, me dicen los
farmaceúticos que han leído mi instructivo libro que son más los
pendex los que compran Viagra que los veteranos. Los chicos quieren
rendimiento parejo porque se maman hasta las patas y se les cae todo.
Necesitan ayuda. Cosas que se aprenden de la posmodernidad en que
vivimos).

Los jóvenes suelen ser los que tienen erecciones más rápidas. Ejemplo
hiper real: el joven está en facultad viendo las gambas de la
profesora y mirando su cuerpo aún merecedor de placeres varios y la
cabecita voladora del chico produce la erección sin demasiado
estímulo. La fantasía de desvestirla, tirarle los códigos por debajo
de la cama, besarla hasta el infinito y más allá, dominarla... en fin,
¿que machito no tuvo eso en su mente? En la clase el tipo deja de
sacar apuntes y solo se imagina bañándose en la tina con ella y,
claro, salvando el exámen de garrón por darle tanto placer a ese
bestiecilla que pretende educarlo. La erección en público, en clase de
facultad digo, con compañeritas al costado se esconde tapándola con
los apuntes o cruzando la pierna, pero se disfruta como pocas cosas en
la tierra porque si vino solita, sin estímulos de nadie... ¿Quién es
uno para impedir eso que lo produjo la naturaleza, el destino o Dios?
¿Que autoridad tiene uno para cercenar semejante asunto? Porque la
erección es un vuelo loco hacia la fantasía con pruebas al canto que
uno podría enfrentar ese momento con el arma adecuada. Hay algo
medioeval en todo esto, perdonen la imagen.

Los hombres en general tienen una relación de amigos íntimos con su
pene. No sé como se llevan las mujeres con sus cosas, pero para
nosotros el tipo es un amigo, es de la barra, forma parte de todo, uno
lo cuida porque está en las aventuras, en las fantasías, se hace
querer. Cuando nos bañamos lo higienizamos como quien lava a un
cachorrito juguetón. Nosotros no lo ocultamos, se muestra inclusive
con cierta alegría como la de los propietarios de los perritos que los
pasean en el kennel club. Uno sabe además de la fidelidad del tipo.
Que se yo, se teje una relación entrañable y dura que se prolonga toda
la vida. No es una parte más del cuerpo, es “nuestra” parte más
preciada. A solas lo miramos (¡no te rías shegua!), lo estudiamos,
escudriñamos su forma, como que estamos medio embelezados con él.
(¿Amor? Humm no se, algo así.) Y en los vestuarios masculinos lo
comparamos con otros competidores, y ¡naaaa!, el nuestro es la
dulzura, lo especial, lo pigmentado, lo más. No tiene competencia
porque el de uno es siempre lo mejor. (Somos tan simples.)

Recuerdo alguna vez de joven estando en ese estado de placer interno
-mi centro de atención y estímulo era una compañerita del
preparatorios con la que me estaba ratoneando- (antes de entrar a
facultad, tenía 17 años) estaba con una erección mágica y la profesora
de historia, que advierte que estaba en Saturno me dice que emerja de
mi bufanda y pase adelante a hablar de los asirios. No solo no sabía
de lo que me estaba hablando aquella docente sino que pasar al frente
de la clase, delante de todos mis compañeros, con la carpa armada allí
abajo (no es que uno sea Gardel, uno es normal, pero en fin, no quiero
hablar de esto che...) era un suicidio. Pensé que era el fin de mi
existencia, estaba a tres metros del pizarrón, me levanté hidalgo
sabiéndome imposibilitado de todo y decidido a mostrar mi indecencia,
y cuando llegué al patíbulo, giré, enfrenté la clase y aquella
deformación o protuberancia que emergía de mi bragueta (que fea
palabra esta) por arte de magia había desaparecido. Ese día supe que
las erecciones eran como la luz mala, desaparecen cuando la gente se
asusta. Es así, son un flash, ante el miedo, el problema
¡fuuuuuufffffff! , todo se va para adentro y a llorar al cuartito. Las
erecciones requieren ensoñación, clima, vuelos, paz, pero nunca
stress. Ley turca, anoten.

Cuando se tiene una erección la mente no anda bien, se te mete eso en
la cabeza y uno queda encerrado en el asunto del sexo y no podés salir
de ese infierno exquisito. Las mujeres no lo entienden porque son más
graduales en estos bellos asuntos. ¡No lo entienden y no lo entienden!
No discutamos paparruchas. Para el hombre es imposible trabajar,
estudiar, pensar, respirar, es todo al pedo si está en medio de una
erección. Es bravo estudiando materias con compañeritas de facultad,
esas que uno las termina queriendo como a una hermana, en fin, tantas
horas juntos, tanta charla, el calor, la intimidad, y tá, se viene
alguna erección inevitable. No es que te gusten las tipas, es que uno
es humano y eso pasa. En ese momento la materia se va al carajo y te
ponés bobón...te sale toda esa gracia que nunca tuviste y querés ser
juguetón...”dale vamos a parar un poco che, no se banca más esta
materia...che. ..que linda que estás hoy con esa remerita verde agua” y
le mirás las lolas desesperado. La piba entiende esto al toque, se las
toma para que te enfríes, te trae un vasito de agua con limón y a los
diez minutos vuelve y la pobre te quiere en una buena. Te dice, “bue,
ya está, no jodás, más mirá que le digo a tu novia que estás hecho un
baboso”. Allí, vos te ubicás y tranquilito pasas a leer la materia más
concentradito que nunca. Todo fue un mal momento que se repetirá
alguna vez más y no pasará a mayores si ella no lo desea. Si ella lo
desea, será la materia de tu vida. O será lo que ella quiere que sea.
Siempre mandan ellas. Ley turca dos para la jornada de hoy.

Algunos me cuentan que tuvieron erecciones en los bondis. Yo no podía.
Pero me dicen que cuando estudiantes se podían excitar y que los muy
cerdos frotaban compañeritas al tratar de salir del omnibus. Que sé
yo. Se ve de todo. Algunas amigas me ratifican que sentían ciertas
cosas cuando pasaba fulano o mengano por detrás de ellas. En fin, es
lo que hay valor. Es que el movimiento, el calor del bondi, la nena
que está redurita, en fin, todo mal. Yo comprendo a los pobres tipos.
¡Casi que los estaban motivando pobres almas puras a semejante cosa!
¡Las mujeres son pervertidoras!

De las peores erecciones que hay está la de bailar juntitos canciones
lentas con una mujer que te gusta y al toque mandar la erección. Esto,
en fin, no sé como se arregla. Yo tengo una técnica que es poner el
culito para atrás y pensar en el ministro del interior de turno, en
cosas feas, y desconcentrarme. Pero es bravo porque estás prendido de
esa damita deliciosa y por otro lado mentalmente mandás una señal de
contención, y la mente no puede con todo. ¡La enloquecés, que si, que
no, que metemo pa delante, que aflojamo! Vuelvo a lo del culito, la
verdad, la piba no entiende si te estás desmayando, si te
transformaste en un ser arrepentido, no entiende eso del cuerpo
“avispa” que busca esconder la erección hacia atrás. Sos Jerry Lewis.
No te digo nada de lo feo que queda si te mira alguien de lejos.
Horrendo. Sos la mama vieja. Pero bue, es lo que hay. Algunos guasos
creen que pueden mandar el asunto duro de entrada y que las minas
¡jerejejuey! la gozan al toque. Son minchos, ordinarios, gronchos,
terrajas nunca de entrada se puede ser salvaje: la mujer requiere de
cariño, contención y afecto, solo al final viene la erección. Y ella
se involucra pero con cierto sentido de punto de quiebre. Las mujeres
no entienden como nosotros nos excitamos al toque y ya enseguida
queremos indifrundeindishegu eni. Somos distintos, muy distintos por
eso nos tenemos que tener paciencia. Mucha paciencia.

En la playa es algo horrendo. He visto erecciones de gente que se anda
manoseando en la arena. Ahora ya no es obsceno, en mis épocas era algo
medio fuera de lugar, ahora te la muestran como diciendo “jodéte
viejo, si a vós no se te para, jo-de-te”. Vós ves esas parejitas que
están uno arriba del otro, que se frotan, que están rojos de la
calentura y que jijijiji, ella se ríe como loca, y el la frota como
con una esponjita tipo la obsesiva de la propaganda de Mr. Músculo a
la cocina. (Siempre he creído que mucha mujer hace el amor con la
esponjita, cuando llego a una casa y una ama de casa me habla que ella
tiene la cocina limpita, limpita, pienso para mi: esta pobre de
aquello nada, le da a la esponjita porque de lo otro, niskens.)

En fin, debe haber mil formas de erección. La erección matinal es un
clásico. Mas de uno de nosotros la marea, juega de langa eterno pero
la verdad es que tenemos ganas de hacer pichi y es el acumulado de
orina lo que genera eso. No te la creas mujer que sos vós la que
motivás de mañana al asunto, Con mal aliento, con la cara hecha pelota
y sin maquillaje, humm difícil para Sagitario. Sorry, la verdad, el
tipo quiere hacer pipí. Lamento romperte la ilusión.

Estoy seguro que más de uno, o una, de ustedes recordarán otras
situaciones y comentarios surgirán de tan estimulante asunto. Ruego no
caer en la grosería, advertirán que ando por los pretiles para no
hacerlo. No sé si lo logro, pero lo intento. Se puede escribir de
todo, hablar, conversar, pensar y reírnos juntos de lo que sea con un
poco de inteligencia. No es difícil. Hagamos el intento. Besos.

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